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martes, 23 de febrero de 2016

El tomate: mucho más que el ingrediente de una famosa salsa!

De nuevo, nos encontramos con que este notable fruto, el tomate, fue otro aporte de nuestro querido Méjico.

Su nombre proviene de la palabra Náhuatl: Tomatl que significa “fruto con ombligo”.

Aunque la fecha exacta de su domesticación se desconoce, se estima que 500 años antes de Cristo, estaba siendo cultivado en el sur de Méjico y, probablemente, en otras áreas de Mesoamérica.

Debido a que en el siglo XVI el farmacéutico y botánico Petrus Matthiolus lo catalogó dentro de la familia de la mandrágora, la cual era bien conocida como una planta tóxica, el consumo de tomate fue bastante restringido hasta que, un par de siglos después, marineros del Mediterráneo se animaron a probarlo, sin consecuencias adversas, al haber visto que su consumo era común en América.

Aunque, la piel del tomate contiene altas dosis de nutrientes y fibra, desafortunadamente es igualmente propensa a acumular residuos de pesticidas. Y ya que actualmente, no puedo rastrear el origen de los tomates que llegan a mi mesa, prefiero eliminarla.

Si por el contrario, tienes la suerte de adquirir tomates que sabes, fueron cultivados siguiendo Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), podrías optar por consumirlos con ellas.


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